Cuentan que una vez hubo un filosofo tan convencido de que el ser humano es racional por naturaleza que vivía convencido de que la locura no existía.
Para este buen hombre la locura era solo puro teatro y nada más y los locos gentes que nos toman el pelo, aprovechándose de nuestra ignorancia e ingenuidad para reírse de nosotros.
Tan convencido de ello estaba que se decidió a demostrar ante una manada de incrédulos que estaba en lo cierto.
La demostración era sencilla, “actuare como un loco, pensare como un loco, sentiré como un loco”,
(la cita, por supuesto, no es literal). Entonces el filosofo se convirtió en actor y tanto, pero tanto, se metió en el papel...
… Que termino loco de verdad.
Lo que prueba que en efecto la locura existe y no es cosa de cuerdos jugar con ella.
Bueno, eso es lo que cuentan. Mas yo me pregunto una serie de cosas...
¿No sera más bien cierto que el resultado de lo acontecido fue otra cosa?
¿No sera que tomar el pelo a la gente es tan divertido que una vez comienzas no das parado?
Que el teatro transmuta almas, corazones y miradas es por todos bien sabido. Ese es el don del arte.
Lo hace con las almas, corazones y miradas del publico por supuesto, ¡cuanto más no lo hará en el alma, corazón y mirada del actor!
¿Fue eso acaso lo que de verdad aconteció?,
¿Llego el teatro y obro el prodigio?
¿Vivió y murió el filosofo enamorado de su papel, pero papel al fin y al cabo?
A ciencia cierta lo único que sé es que yo si voy vivir y morir sin llegar jamás a conocer la respuesta.
(Nota : Esta entrada tiene más de un culpable y es consecuencia del efecto combinado y travieso que en quien esto escribe produjo recordar a la vez dos entradas distintas en respectivos blogs ajenos, el de Nes y el de Alicia.)
Para este buen hombre la locura era solo puro teatro y nada más y los locos gentes que nos toman el pelo, aprovechándose de nuestra ignorancia e ingenuidad para reírse de nosotros.
Tan convencido de ello estaba que se decidió a demostrar ante una manada de incrédulos que estaba en lo cierto.
La demostración era sencilla, “actuare como un loco, pensare como un loco, sentiré como un loco”,
(la cita, por supuesto, no es literal). Entonces el filosofo se convirtió en actor y tanto, pero tanto, se metió en el papel...
… Que termino loco de verdad.
Lo que prueba que en efecto la locura existe y no es cosa de cuerdos jugar con ella.
Bueno, eso es lo que cuentan. Mas yo me pregunto una serie de cosas...
¿No sera más bien cierto que el resultado de lo acontecido fue otra cosa?
¿No sera que tomar el pelo a la gente es tan divertido que una vez comienzas no das parado?
Que el teatro transmuta almas, corazones y miradas es por todos bien sabido. Ese es el don del arte.
Lo hace con las almas, corazones y miradas del publico por supuesto, ¡cuanto más no lo hará en el alma, corazón y mirada del actor!
¿Fue eso acaso lo que de verdad aconteció?,
¿Llego el teatro y obro el prodigio?
¿Vivió y murió el filosofo enamorado de su papel, pero papel al fin y al cabo?
A ciencia cierta lo único que sé es que yo si voy vivir y morir sin llegar jamás a conocer la respuesta.
(Nota : Esta entrada tiene más de un culpable y es consecuencia del efecto combinado y travieso que en quien esto escribe produjo recordar a la vez dos entradas distintas en respectivos blogs ajenos, el de Nes y el de Alicia.)