08 enero 2012

Un hombre en silencio

Ingreso en navidades para ser operado, no sé exactamente de que, el vientre aun no estaba cerrado del todo y tenia su cuerpo lleno de tubos ajenos.

A horas ya avanzadas de la noche me llamaron. Tenia que buscar una silla de ruedas y acudir con ella a su habitación. Me pareció raro, a esas horas de la noche los pacientes duermen, no se pasean por el hospital. Imagine que sería alguna urgencia.

Acudí con la silla a la habitación, allí había dos pacientes, dos camas, una señora, un señor, dos enfermeras, una auxiliar. Oí como decían a uno de los pacientes lo tenía que llevar a otra planta del hospital. Me quede sorprendido, esperaba un paciente que llevar a realizar alguna prueba urgente y en suficiente buen estado como para no tener que hacerlo en cama, por eso la silla, pero parecía tratarse de otra cosa.

Es habitual y normal que los pacientes cambien de habitación y hasta de planta del hospital. Pero siempre se hace igual, se le traslada en su cama y se le deja en ella en su nueva habitación y se lleva la cama que ahora sobra en la nueva habitación a la antigua. En cierto modo es un mero intercambio de camas. La auxiliar debió de verme la cara de asombro, me llevo hacía un rincón, me dijo: "ven que te explico" y me saco de la habitación.

Fuera, en el pasillo, en voz baja, me lo explico.

Sentamos al hombre, entre todos, en la silla y me lo lleve a una planta más arriba, a una habitación en la que había una cama vacía pero otra ocupada, y en la que, inconsciente, agonizaba su hija.

El hombre nada dijo y es que hay momentos en que las palabras no existen.

Una hora y media después murió la hija; al hombre lo sedamos.

Quizá algún día yo sepa expresar lo que ahora pienso; hoy no sé. No como necesita ser dicho.

1 comentario:

Juan Antonio dijo...

No necesita ser dicho, y, sin embargo, lo has dejado dicho. Sí, sobran las palabras, hay momentos en la vida en los que resultaría irrespetuoso silenciar el silencio.